lunes, 12 de agosto de 2013

Poder decir adiós es crecer.

         La muerte es un hecho ineludible, al que todo ser vivo ha de enfrentarse. Sin embargo, preferimos evitar hablar de ello y alejarnos lo más posible del dolor que nos provoca no volver a ver a un ser querido o pensar en nuestra propia despedida.

El concepto y el estilo de afrontamiento de esta situación por parte de un adulto será el que, directa o indirectamente, transmita a sus hijos o menores cercanos. Existen multitud de ideas sobre cómo tratar este tema con los niños, y la mayoría responden a la incapacidad para lidiar con nuestras propias emociones. Nuestra angustia provoca que queramos proteger a los niños del dolor, pero ¿apartándolos los estamos ayudando? ¿Dejan de sufrir?

Es importante tener claro que los niños se hacen preguntas constantemente sobre lo que perciben a su alrededor. Lo que tenemos que tener claro es que las respuestas que les demos pueden ayudar a construir el significado de aquello que ven y no pueden entender. Si no les proporcionamos una explicación ellos mismos elaborarán una teoría, que responderá a su nivel cognitivo y emocional. Sus explicaciones son más limitadas, y suelen provocar más angustia y confusión que la propia realidad. La fantasía puede ser muy terrorífica, y el adulto debe estar disponible para clarificar y calmar las emociones que vayan surgiendo en el proceso de entender lo que está pasando. Saber no es lo mismo que asimilar, por lo tanto hacerlo llevará un tiempo.

¿Cómo enfrentarnos a esta situación?

Hay tres conceptos clave que nos pueden guiar:

1.- Decir siempre la verdad acorde a su momento evolutivo y emocional.
2.- Explicarle la muerte en términos físicos y reales.
3.- Ayudarle con sus dudas e inquietudes.

¿Cuál es la verdad que deben empezar a comprender?

Conceptos importantes:

1.- La muerte es universal, todos los seres vivos se mueren. Este es un concepto que a edades tempranas les cuesta comprender. Lo más importante es estar atentos a qué es lo que más les preocupa. Seguramente tendremos que tranquilizarlos asegurándoles que siempre habrá alguien que les cuide y les quiera (sobre todo ante fallecimientos de las figuras principales de cuidado).

2.- La muerte es irreversible. Cuando nos morimos no podemos volver a estar vivos nunca. Tenemos que entender que el pensamiento de los niños, sobre todo de los más pequeños, es literal, es decir, no sobreentienden las metáforas. Es decir, si les decimos que el abuelo no está porque se fue al cielo la pregunta puede ser "¿y por qué no viene a mi cumpleaños?". Si le decimos que está dormido la pregunta puede ser "¿y cuándo se va a despertar?", generando confusiones y esperanzas irreales.

3.- Cuando morimos el cuerpo ya no funciona, no vemos, no oímos... Este concepto también puede crear confusiones ya que si decimos que las flores que le llevamos al abuelo le gustarán mucho, estamos generando la pregunta, por ejemplo "¿y el abuelo no tiene frío dentro de ese sitio?".

4.- Toda muerte tiene un porqué. Es conveniente dar una explicación, para que el niño no se atribuya las culpas, y dejar claro que los pensamientos, estar enfadado o sentir celos nunca pueden provocar la muerte. Si les contamos que se ha quedado dormido podemos estar generando un miedo a quedarse dormido, o a que otra persona lo haga.

Todos estos conceptos se irán asimilando con el tiempo dependiendo del desarrollo cognitivo, madurez, mundo emocional, experiencias previas y a través de la comunicación y actitud de la familia. En una próxima entrada iremos viendo cómo acercarnos a esto en función de la edad del niño. Lo importante es no generar más confusión y dolor intentando mitigarlo. Es una oportunidad para que los niños aprendan a manejar este hecho de una forma sana y en su futuro puedan ir afrontando las pérdidas de la vida con mayor entereza.


Hay una frase preciosa que creo que puede ser una buena enseñanza, para niños y no tan niños: "el duelo sirve para dejar de ver con los ojos y aprender a ver con el corazón" Es algo que debemos aprender a hacer con el tiempo.




Os dejo una referencia bibliográfica para quién quiera saber más: "Explícame qué ha pasado", FMLC, 2011.


No hay comentarios:

Publicar un comentario